Mezzaluna [PRV]

Había despertado desde hacia un par de horas. Planeaba salir como la mayoría de las noches, incluso se había vestido para ello. Pero al final, terminó tendido de nuevo sobre la cama.
Últimamente todo estaba demasiado tranquilo. Demasiado aburrido. Demasiado monótono.
No es que el vampiro tuviera una rutina —justamente procuraba que las noches fueran diferentes para evitar caer en una—, pero faltaba «algo» en sus salidas por la noche para que recobrara el interés en las mismas.
Kaoru miraba hacia el techo. Su atención se había centrado ahí desde unos minutos atrás y ese simple hecho le hastiaba un poco. Tenía que levantarse. Hacer algo menos dentro de la mansión para no terminar en la cama toda la noche y todo el día siguiente. ¿Y qué haría  la noche siguiente? ¿Lo mismo? Negó para sí y tras un lánguido suspiro se impulsó para sentarse sobre la cama. Arregló sus despeinados cabellos con los dedos y acto seguido se puso en pie para salir de su habitación.

Tal y como era costumbre, la mansión estaba vacía por la noche. El silencio entre los pasillos lo seguía de cerca, siendo ahuyentado por el único sonido de su paso al avanzar. La edificación era tan antigua como grande. El vampiro recorría habitaciones que ni siquiera recordaba haber visitado antes. Inclusive llegó a preguntarse si habría algún lugar más cómodo que su propia alcoba. Un sitio tranquilo y escondido del resto para pasar el resto de la noche; dormir un poco quizá. No pensaba nada en específico pero definitivamente no le apetecía salir esa noche.  
Con un cigarrillo en los labios, Kaoru se deslizó tranquilamente por algunos de los pasillos. Subió por algunas escaleras y curioseó en algunas habitaciones. Su paseo terminó llevándole al tercer piso de la edificación. Realmente no había puesto un pie ahí antes. Más que nada porque debía atravesar el piso donde se encontraban las alcobas de los vástagos de su estirpe.  Era sumamente raro que él cruzara palabras con ellos y la verdad es que apenas si recordaba el rostro de alguno. No es que fuera demasiado antipático, simplemente lo veía innecesario. Sin embargo saltándose ese piso, llegó a uno bastante tranquilo.
Para empezar  la estructura difería del resto. La mayoría de los cuartos estaban cerrados y tan solo habitaciones de descanso tenían el acceso disponible. De entre todos los habitáculos que visitó, el último que escondía el largo pasillo fue el que llamó su atención.

A simple vista lo apreciaba tranquilo. El sitio  se le antojaba hasta para beber un poco y para sorpresa del vampiro, ahí al fondo de la habitación reposaba una pequeña cava de botellas. Kaoru ladeó una efímera sonrisa y no vaciló ni un instante para acercarse al mueble. De ahí obtuvo nada más y nada menos que una botella de Chateau Lafite 1787 y un pequeño cáliz de cristal. Con su afortunada adquisición en mano, el vampiro se apresuró hacia el inmenso mueble de descanso a mitad del sitio, se sentó al filo del mismo y con toda la calma del mundo, disfrutó de un par de copas de vino y un cigarrillo.
Aquello fue justo lo necesario para remediar su estado apático. Inclusive se sentía con ganas de tumbarse ahí y dormir un poco para complementar su momento de armisticio. Y claro, no iba a quedarse con las ganas de eso ahora. Se levantó para quitarse el saco y lo dejó caer sobre el banquillo del lado donde se ubicaba. Posteriormente tomó asiento y se acomodó entre aquellos almohadones y sábanas de seda. Su cuerpo relajado no tardó en incentivar a que el sopor fuera completo. Los parpados del vampiro cedieron poco a poco. Tranquilo e impasible, entre el aroma del vino y volutas de humo impregnadas de nicotina, Kaoru terminó por quedarse dormido.