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Death Waltz [PRIV.]

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Mensaje por Gou Dom Jun 23, 2013 3:51 pm

El ambiente cambiaba sus aires. Todo el aroma que antes podía encasillarse fácilmente como en cualquier trivial día parecía enrarecerse, tanto como para hacerle pensar que tendría acompañantes en aquella ocasión.
Sus pasos se detuvieron en aquellos segundos en lo que sus sensaciones parecían abarcar los fenómenos a su alrededor de una manera más consistente; venían hacia él prácticamente. La mano izquierda no tardó en removerse dentro de su quietud a un costado de su cuerpo, avanzando con cautela hacia el borde de su pantalón en donde conservaba un arma atada al cinturón; la tranquilidad de aquella travesía que había comenzado hacía unas pocas horas atrás había encontrado su fin... nada más quedaba el defenderse ahora de las consecuencias.
Observó hacia a los lados dentro de lo que le era posible dentro de la considerable vegetación. Admitía ser conocedor del paisaje a su alrededor; al menos lograría trazar fácilmente un camino para ir de vuelta a la cuidad una vez se librara de los indeseables.
Cargó el arma, encorvándose dentro de su posición para asegurar un impulso inicial. Allí estaba al fin.

La espera no fue necesaria así como tampoco lo fue el sigilo para aquellos seres que, siendo sanguijuelas sin vida propiamente tal, parecían casi atentar contra su pseuda existencia al arremeter contra él de semejante forma. Frunció el ceño mientras hacía uso de sus piernas empujándose a un lado para evitar el ataque, efectuando en ello el primer disparo con destino a la cabeza del vampiro. Contaba con volver a cargar el arma para un disparo y golpe final, sin embargo el golpe de regreso no le dio tiempo de hacerlo; otro había aparecido, haciéndole preguntar de qué venía aquella locura de ambos en donde siquiera podía atisbar un lado humano dentro de la poca sangre pura que poseían.
- Ven, acércate... Permíteme librarte de tu sufrimiento, bazofia de humano... - Su furia lograba despertar por medio de aquel atrevimiento, dejándose llevar rápidamente por su impulsiva y no poco calculadora personalidad, precipitándose sobre el último invitado con su arma y puños antes de brindarle la muerte final al primero. Dolorosos alaridos parecieron inundar el ambiente cargado de podredumbre de sangre contaminada, dando lugar poco a poco al silencio una vez que su sufrimiento se vio opacado con el hálito final de 'vida'.

Sus oscuras ropas se habían ensuciado, logrando conservar su mueca disgustada y amargada en su rostro. Les dedicaba una última mirada de desprecio a esos cuerpos ya inertes entre tanto se arreglaba la ropa, que al menos no parecía haberse roto, de mala gana.
Revisó el arma ya procurando volver a normalizar su respiración, maldiciendo una vez más al notar que de el enfrentamiento pasado a este ahora sólo contaba con una última bala. - Joder... ¡joder!... - Guardó nuevamente la pistola para simplemente no amargar aún más su notorio mal carácter. ¿Qué podía ser peor ahora en adelante?.

Allí era cuando su adrenalina comenzaba a disminuir; creía sudar de pronto y cuando sus piernas se dispusieron a retomar el sendero un ligero temblor le sobrevino apenas, haciéndole abrir su chaqueta para buscar algún indicio de aquella punzada, mostrándose dentro de lo que era su torso desnudo un sinuoso corte a modo de arañazo cruzando su abdomen desde su vientre hasta uno de sus oblicuos. Un rasguño que vagamente recordaba del enfrentamiento, uno posiblemente causado por la mano de aquel segundo individuo estimando por la profundidad en la que iban esas simples cuatro líneas paralelas. Sangraba.

Su propia punzada le obligaba a quedar en pausa una vez más, invitándole a hurgar en sus bolsillos por algún paño o similar para disimularlo, topándose en ello con un simple trapo que amarró con fuerza alrededor de su cadera buscando con ello detener momentáneamente el sangrado. Sería una herida simple... pero parecía tener algo de profundidad.

Una de sus manos se dio el tiempo de peinar su oscuro cabello hacia atrás no sin antes asegurarse de que ésta estuviese limpia de sangre ajena, disponiéndose por lo pronto a continuar.
El crepúsculo parecía estar en su punto máximo valorando los propios sonidos del ambiente y la luz anaranjada que podía notar asomarse por entre las copas de los imponentes árboles frente a sí. Aún no sabía qué era lo que le resultaba más desagradable de todo aquello: el pensar de que esos convertidos habían venido por 'encargo' a cometer homicidio, el sentir que su trabajo haya sido casi deplorable por permitir que le tocasen o el hecho de que la noche ya estuviese cayendo y él por su parte se encontrara camino al bosque como única salida en su amplio mapa, un panorama que claramente se le antojaba pesimista y aún así común dentro de su trabajo... simple gusto acibarado a causa de la molesta existencia de esa llaga.

Tendría que cruzar el bosque bajo la concepción de que aquello resultaría el mejor atajo para volver a la cuidad; estaba la posibilidad de tomar el camino de regreso, pero claro, corría el riesgo de volver al escenario en donde había dejado a sus anteriores atacantes... así como también los escenarios de la pelea mucho más anterior a esa. 

Apestaba a sangre y mucho más; poseía más olor a la propia ahora que luego del retomar de la caminata, la sangre había logrado filtrarse a  través del paño. Suspiró con pesadez procurando conservar el paso seguro que siempre le destacaba, un paso que logró tornarse aún más imponente ahora que vagamente podía divisar una figura frente a sí. El olor era indescriptible a causa de la lejanía, no podía saber con certeza de qué se trataba y eso lograba volver a mostrarse como atacante bajo un reflejo natural y normal de su cuerpo entrenado. Le observaba a través del rabillo del ojo, limitándose al silencio natural del ambiente y esperando de que por medio de aquel silencio el otro tuviese la posibilidad de actuar y darle una razón de peso para abandonar su postura ahora que su adrenalina había vuelto a subir. 

- ... ¿Serás tú quien dé el primer paso? -
Gou
Gou
Cazador

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Mensaje por Mei Jue Jul 25, 2013 4:01 pm

La noche —sin duda— era el lugar idóneo para salir a pasear.

Podía salir en el día, eso siempre, pero la verdad es que pocas veces se encontraba con algo que llamara su atención: lugares llenos de gente, parloteo por aquí y por allá, y eso más que agradarle, le hacía sentirse abrumado; en cambio si salía de noche podía andar por donde él quisiera y como había pocas personas transitando por las calles, siempre podía jugar a que ese sitio era de su completa autoridad. Además estaba el hecho de nunca se podría alimentar de día, entre tantas miradas, sería una completa tontería siquiera intentarlo —aunque el joven fuera un vampiro en especial precoz al momento de alimentarse—, por lo que se aguantaba todo el día y cuando el sol comenzaba a ocultarse, se alistaba con su respectivo traje para la ocasión y salía entre infantiles canturreos a las calles, en busca de algo que le entretuviera hasta el amanecer y algo lo suficientemente bueno para alimentarse.

Normalmente, salía ataviado de prendas casuales: algún pantalón corto, con una camisa o sweater largo, las botas a mitad de su pantorrilla, las medias hasta mitad de sus muslos…, pero en esa ocasión una traviesa idea se le vino a la mente y rebuscó entre aquellas prendas que solo en ocasiones meramente especiales usaba. Pronto, se encontró rebuscando entre un baúl repleto de finos vestidos; ya fuera de gaza, tafetán o incluso algunos algo descocados cuyo corto era algo atrevido y el material de chiffon les diera algún deje seductor. Por supuesto, vestirse de chica no era algo que hiciera muy a menudo, pero cuando lo hacía era la mar de divertido: atraía presas aún más fácilmente, quienes ingenuamente le veían a él como la víctima y además, nunca faltaba algún pintoresco personaje que intentara flirtear  y terminara comprándole cualquiera de sus caprichos; sin duda, era un deleite el jugar de aquella manera y en ese momento era justo lo que deseaba.

Escogió uno de los vestidos que más le agrada usar; añadió unas medias justo hasta el muslo, los zapatos y claro, un abrigo que complementara esa personificación de niña  que buscaba componer. Peinó sus áureos cabellos en una corta coleta hacia atrás y su flequillo quedó cubriéndole el lado derecho de la frente. Cuando el joven vampiro se sintió listo, se levantó del tocador donde se alistaba y checó la hora del reloj de su mesa de noche: eran justo las nueve y cuarto. Abandonó su habitación sigilosamente  y una vez que estuvo en la calle, se dedicó a andar con un animado paso que le llevó en algunos minutos a un pequeño conjunto de comercios, un lugar muy bonito a su parecer ya que se llenaba de coloridas luces a esa hora y había montones de escaparates exhibiendo desde cajas de música hasta juguetes antiguos, mismos que lograban llamar bastante su atención.

Su paso iba derecho por las continuas ramblas llenas de locales y fue una de ellas donde encontró un sitio cuyo escaparate exhibía una enorme caja musical; el artefacto era muy vistoso en si: tocaba una melodía que si no mal recordaba se trataba de Fantasy Impromptu; y no solo eso, sino que además, cuando la melodía sonaba una pequeña pareja de bailarinas, danzaban sobre un suelo hecho de cristal que permitía ver como los pequeños engranes giraban para hacer funcionar el objeto. Sin duda, eso había bastado para llamar su atención. Quien sabe cuánto tiempo pasó delante de aquel escaparate, pero no salió de su embelesamiento hasta que una robusta mano se posó en su hombro.

¿Te gusta? —había dicho una voz gruesa que pertenecía a un hombre alto y ya con unos años encima; podía afirmarlo gracias a ese gris que salpicaba su cabello. El vampiro se limitó a asentir y aquel hombre, no tardó en ofrecerle el artefacto, pero no ese que estaba en la tienda sino uno —que juraba— era exactamente igual y se encontraba en su casa.

La intención clara se dejó ver ante los ojos del vampiro con ese disfraz de inocencia, accedió a seguir a aquel hombre. Le llevó a abordar un elegante auto de color negro y el mortal no dudó un instante en encenderlo, cuando el vampiro se hubo acomodado en su asiento. Mei, llevaba la mirada al frente y de cuando en cuando, echaba fugaces vistazos al conductor que al parecer, accionaba de la misma manera. El trayecto estaba siendo largo y hacía ya al menos treinta minutos que habían abandonado la ciudad, sumergiéndose en una pequeña carretera cuyo entorno estaba completamente orlado por frondosos árboles. << Un bosque. >> pensó el vampiro y el repentino frenar del auto, le llevó a estamparse  contra el tablero del coche.

Un escozor le invadió la frente y pronto se dio cuenta que, de una pequeña herida del lado izquierdo,  emanaba un hilo de su propia sangre; un gimoteo salió de entre sus labios y cuando estuvo a punto de quejarse el  hombre le abordó dejándosele caer prácticamente encima. Era la primera vez que algo como eso le ocurría y claro estaba que le molestó mucho aquel modo por parte de aquel hombre; no tardó en quitárselo de encima, era obvio que aunque el humano fuera algo corpulento, la fuerza del joven inmortal le superaría y por mucho; empujó, pataleó y haciendo uso de todo su empuje, logró devolverle hacia atrás, llevando a que la cabeza del sujeto se diera un fuerte golpe contra el volante. El sonido hueco  de algo al chocar, se hizo presente  y el vampiro respiraba agitadamente, tratando de recuperar el ritmo de su respiración mientras sus manos hacían lo posible para enmendar el desacomodo de sus cabellos.

Se bajó del coche refunfuñando y gimoteando ligeramente. Se había quitado su abrigo en el camino y ahora lo llevaba colgando de uno de sus brazos mientras la mano del libre tallaba con esmero uno de sus ojos mientras avanzaba a través del bosque en busca de un camino de regreso más corto que el que había tomado aquel hombre al llevarle hasta ahí; avanzó durante al menos veinte minutos y el ambiente, sin duda, había comenzado a cambiar; sus sentidos ya no percibían el aroma de la tierra y las hojas, sino que también, el olorcillo a oxido…, el mismo aroma a muerte había invadido por completo el aire. Aquello le llevó a  pensar que bien pudiera encontrarse con alguien de su misma índole, más porque podía percibir el aroma de ambas sangres: la mortal y la inmortal y con esa idea vaga, comenzó a avanzar en dirección de dónde provenía.

Para un vampiro, dentro del estereotipo, estar vagando a esas horas, en bosque era la primera vez que pisaba, no representaba la gran cosa, pero Mei sin duda se encontraba con cierto canguelo de andar por ahí, así que sus pasos se arrastraban prácticamente por sobre las hojas secas y acortaba camino al atravesar los pequeños arbustos, atraído por el aroma a la sangre mortal que ya parecía ser aún más intenso que el de la estirpe.

Un par de arbustos algo frondosos era lo que le faltaba atravesar para llegar al punto exacto de dónde provenía aquel aroma y fue al estar cruzando por la mitad del primero que escuchó aquella interrogante, o más que la interrogante, la vaga voz familiar que lo cuestionaba. Apretó su abrigo contra sí, y guardó silencio en lugar de responder al interrogante, extrañado de recordar aquel timbre de voz. Un instante más fue lo único que necesitó para emprender su paso nuevamente y tras ser algo sacudido y arañado por aquel frondoso arbusto, salió a la vista de la otra presencia, casi trastabillando el paso tras abandonar el refugio de aquellas hojas. Su mirada algo nubosa buscó ubicar el rostro ajeno y cuando hubo avispado de nuevo ese sentido, logró vislumbrar la faz del hombre que tenía delante… sin duda, le recordaba.

El vago recuerdo le achacó de nuevo aquellas imágenes de la primera vez que le había topado, añadido a la imagen de ahora de aquel hombre cuya sangre —suya y ajena— le impregnaban el cuerpo;  rehuyó la mirada un momento antes de dar un par de pasos hacia atrás.

—T-tú… —fue lo que alcanzó a articular antes que se cortara el hilo que era su voz y un tambaleo le traicionó los pies, haciéndole caer de un fuerte sentón al suelo; un quejido seguido de un pequeño gimoteo le abandonó los labios y enseguida, volvió la mirada al más alto; sus rodillas se fueron flectando, acercándolas poco a poco hacia su pecho y de un momento a otro, colocó su abrigo sobre su cara, incapaz de seguir sosteniéndole la mirada al contrario, prefiriendo mejor hundir su apesadumbrado rostro en la tela de su prenda ocultándolo de la intimidante mirada ajena.
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Mensaje por Gou Vie Nov 22, 2013 4:32 pm

Tal vez habría estado esperando una respuesta más tardía a lo que estaba exigiendo, era posible, por ello es que logró tomarle de improvisto el obediente acceso a su petición que mostró sin disimulo la figura que continuaba a unos tantos metros de su posición. Porque esperaba ser él quien avanzara(o corriera) primero hacia su objetivo, fue que le cedió su pseudo quietud y silencio para su introducción. Estrechaba la mirada por cuanto árbol y arbusto se remecía para dar paso a la nueva criatura.
El follaje natural, sumándole además los cadáveres sanguinolentos de sus atacantes de por medio, lograba crear una especie de aura oscura y tenebrosa en el cual aquel ángel iluminaba con sus claras ropas y... esa pálida piel.
«¿Disparar o no disparar?», ésa parecía ser un dilema que poco debía de tener un lugar en su mente; la respuesta se hacía obvia al tratarse de tan conocido "amigo". Su serio semblante no declinó, así como tampoco declinó su silencio ante el reconocimiento que el vampiro había hecho, limitándose únicamente a dedicarle una sonrisa con la mirada; una sonrisa que hablaba de no esperar menos de esa mueca, de expectativas germinadas en un primer encuentro y de... molestia, una molestia bien infundada a juzgar por la forma y actitud con la que ese chico se le aparecía.

Su postura se relajó un poco más, o al menos lo suficiente como para no dar el aspecto de querer impulsarse en cualquier momento, abandonando ya la idea de coger sin más el arma que escondía a un costado, y era que ésa debilidad -que en una criatura como la que el menor era, no reconocía como tal- la que lograba crear esa especie de enojo, pese a cualquier vivencia que orgullosamente le haya entregado, incitándolo a que naciese y se estableciese en sus sombras con temor. La posesión ululaba entre sus pensamientos al reconocer en aquella corta fracción de tiempo en la que se refugió entre sus ropas, una pequeña marca en su frente; una herida.
La manera en cómo su ceño terminó por contraerse de seguro no resultaba una cosa muy poco perceptible aún pese a la distancia entre ambos, una distancia que poco a poco, a medida que su sentimiento le guiaba, iba acortándose: cinco metros... tres metros... un metro... centímetros.

- Mei... Te perdoné la vida la última vez... ¿es así como respondes? - su voz se dejó escuchar como un ronco gruñido más que como cualquier susurro, rasgando aquel sepulcral silencio del bosque sin asco para luego, bajo ninguna otra introducción de por medio, echar hacia atrás aquel abrigo que se interponía entre ambos con esa poca delicadeza que parecía describirle hasta ahora.
La pequeña herida quedaba a la vista así como también un rostro y cuerpo temblorosos, sumidos en el temor y nerviosismo, - ... ¿realmente me dirás que esto ha sido a causa de tu glotonería?, puesto que dudo mucho que seas del tipo que se mete en peleas de calle con tus pares o con humanos. - Su diestra fue a coger el mentón convulso del chico, alzándolo para observar con mayor detalle ese punto rojizo que no tardaría en regenerarse dada su naturaleza de bestia. Podía notar con mucho más prolijidad el daño, pudiendo hasta apreciar las manchas moradas de sangre que, por sobre su piel blanquecina y su flequillo puramente rubio, luchaba por tener algo de protagonismo en su rostro.
- Te ha ido bastante mal de ser eso cierto. - Cerró en un comentario antes de soltarlo.

Se reprochaba en alguna parte de su mente por el descuido ajeno y, más aún, por el propio, al pensar que sería evidente ante los ojos suyos que el pueril vampiro había quedado como una pequeña adquisición por el simple hecho de tener su vida en sus manos. La tenía ahora mismo y, pese a su condición actual, podía aún decidir si debía retorcer y aplastar aquella vida en sus manos o, si debía divertirse con su juguete. Así era como estaban las condiciones para el chico, con o sin su consentimiento, puesto que esa era la mala costumbre de aquel insensible cazador, a cuya alma y consciencia ya lograba resultar extraño el tener a un vampiro cerca y con vida todavía. Vaya capricho.
- ... "Gou"- resopló tras un breve instante entre pensamiento y pensamiento, - la última vez te dije que no necesitabas mi nombre para la "otra vida", ¿no es así?. Bien... pues acabo de reconsiderarlo... por razones propias. - Le miró desde arriba antes de invitarle a reincorporarse y salir de esa lastimera postura, - supongo sabes, o te haces una idea, de qué significa esta extraña misericordia mía para una bestia como tú..., - murmuró seguido mientras se alejaba un poco con ese caminar altivo suyo, cediéndole apenas unos pocos pasos como para que el otro se levantase correctamente, sin salir aún de su campo.

- Si no te lo imaginas, no hay apuro; terminarás por averiguarlo tarde o temprano. ¿Dudas?, ¿quejas?, no acepto nada por ahora- sentenció entre que volvía a revisar su vientre, logrando tensar todavía más su expresión ante aquel inútil trapo que poco y estaba haciendo su trabajo correctamente; - como puedes ver, estoy de bastante mal humor ahora mismo... - continuó - la noche está cayendo y los caminos están más silenciosos y vacíos tras mi paso. Parece ser buen momento para descansar. - Bajó la mirada hacia él, recorriendo con la misma cada prenda que traía encima - y... viendo que te presentas a mi de tal forma, no puedo pensar más que en una invitación, - la ladina sonrisa que no podían mostrar sus labios, no tardó en mostrarse en sus ojos, haciéndole una seña con el cuerpo entero de que acortase por sí mismo esos pasos que los separaban. ¿Seña?, no... orden.
- Serás tan obediente como la última vez, ¿no es así?. Tengo lo que deseas para calmar tu sed, será tu premio... si me convences de darte eso y no un disparo directo en tu cabeza. Muy simple, mi pequeña bestia. Ahora, muéstrame un poco más... si fuiste un buen observador la última vez, habrás logrado indagar en mis gustos... -  

Se estaba burlando de él como quería y, sin embargo, una pizca de deseo estaba naciendo de manera casi incontrolable en su interior. Esa piel que había prometido no tocar nunca en busca del placer. Esos labios, una pieza de fruta, por la que no debía caer. Esos delgados y suaves cabellos que, bajo su cargo, no debían provocar ese deseo de sentirlo entre sus dedos, acariciarlo. Se estaba reprochando a sí mismo a causa de las hechiceras características de esos seres, por ello, y con crueldad, lo ponía a prueba ahora, en pos de dejar aquella fresca fruta una vez mordida. Suponía que podría hacerlo si es que no tenía ese efecto adictivo en su garganta.
El apetito estaba naciendo.
Su cuerpo gruñía por el del otro.
Su consciencia aún lo deseaba muerto.

- Quieres probar, ¿no es así? - invitó en un susurro, apuntando a la herida que había en su vientre, de donde pequeñas gotas, tan oscuras como el vino, buscaban filtrarse. - Ven. - Lo llamó una última vez antes de desatar su lado depredador.
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